Primal Scream entendieron mejor que nadie que la tensión premilenio se iba a quedar con nosotros en forma de futuras violencias y resurgimientos ideológicos chungos. La banda sonora para dar inicio al tardocapitalismo.
Llegar aquí, en 2024, tiene delito. Especialmente, cuando pudo haber sido el principio. La primera piedra. Ahora, la experiencia sigue intacta. Un ejercicio inigualable de vanguardia, tensión y ambición, puesta al servicio de un relato que sigue mucho más vigente de lo que querríamos. Es más, por casualidad (o no), está recobrando presencia. Al Asad cae, esta vez en serio, el PP está volviendo, aunque puede que nunca llegué y Primal Scream podría seguir abriendo los top of the pops de todo el mundo. Vuelve, todo vuelve. A no, que era cambia, todo cambia.